Diatriba a la soledad
Lucharé contra ti
tú, que impune y altanera ejercitas tu reinado
en estas paredes aliadas.
Aposentada en el sillón vetusto
ordenas los sevicios
y juegas las cartas como el mejor tahúr.
Yo, sacerá los muebles
y fumigaré la estancia,
auyentaré tu perversa voz
hecha de muecas y silencios
y en cada rincón te perseguiré y acuchillaré.
Y cuando la palabra gobierne con orgullo,
ya tu grandeza derrotada,
instalaré en el pórtico
tupidas adelfas que custodien la entrada.